Dogitia es la expresión de un deseo y una voluntad. Primero, el deseo de cumplir un sueño de niño; mientras unos desean ser astronautas y otros estrellas de rock, aquí mantuvimos la aspiración de convertirnos en kiosquero. La posibilidad de ser dueño de aquel espacio mágico a donde llegaba todo el material que hacía fluir la delicia de la imaginación. Revistas, libros, historietas, álbumes coleccionables, películas y mechandising. Todos los canales, todos los soportes para las historias que nos formaron y dieron todo lo que somos: la locura de la aventura.
Y en segundo, la voluntad de perpetuar ese deseo con el mayor estándar posible. Los años van dando cierta mirada y la capacidad de seleccionar y categorizar, pero esa curatoría posible también va poniendo en evidencia que no todos los libros que queremos, existen aún. Complementar, recuperar y construir la propia pirámide que se sume a las siete maravillas de generaciones presentes y futuras, es un delirio absurdo, pero el intento de trepar esa columna es lo que hace irrepetible el viaje. Queremos ser más que consumidores o repetidores; queremos ser protagonistas no de la propia historia, sino de la imaginación de otros. Es la mejor forma de devolver la mano a quienes nos dieron el don de soñar.
Por eso, Dogitia se constituye como una casa. El solar donde los autores que comparten ese sueño y esa voluntad se encuentran. El refugio en el largo viaje de la creación. El repositorio donde entre pares se refuerzan los lazos y las motivaciones. Un buen lugar donde echar rienda suelta a la imaginación que, insistimos, construye la magia de otros. O quizás un sitio decente donde pasar la noche y comer algo. No es poco en tiempos como los que nos tocaron.
El desafío no es otro. No se construye sueño sin voluntad. Al final, eso es lo que Dogitia significa. Eso, y un chiste estúpido sobre una película en VHS que, esperamos, podamos contarte algún día con una taza de té de por medio.